Las "curaciones milagrosas" y el "efecto placebo"


¿Las "curaciones milagrosas" son curaciones en realidad? ¿No serán acaso curaciones aparentes inducidas por meras sugestiones? Y, en ese caso, ¿las tales no producen secuelas posteriores peores a las que se querían aliviar? Sabemos que somos una unidad bio-psico-social y que por ende nuestro estado emocional y mental influencia en nuestra salud corporal y viceversa. De hecho, por ejemplo, un simple resfriado nos puede producir desánimo y apatía aparte de molestias físicas --cansancio corporal, dolor de cabeza, etc.--. Pero ¿qué de enfermedades más graves como la invalidez? Así como hay distintas circunstancias que pueden ayudar al padecimiento de un resfriado (la exposición a cambios bruscos de temperatura, una disminución de las defensas inmunitarias por mala alimentación, etc.) también hay más de una clase de invalidez. Tenemos por un lado una invalidez por causas meramente psicológicas (histeria) y por el otro a la poliomielitis que daña (irreversiblemente) los nervios. El primer caso puede ser aliviado al mismo nivel -psicológicamente- por medio de la sugestión: un individuo que padezca una pseudo-invalidez puede creer muy sinceramente que alguien puede devolverle la movilidad con sólo tocarle el miembro afectado o por simples conjuros o rezos. Y así en efecto sucederá pero no por fuerzas externas a él sino por el mero poder de su fe la que finalmente es una expresión de su mente, mejor dicho, de su sistema nervioso central (cerebro). En ese sentido las llamadas curaciones psíquicas -por fe (o sugestión), «milagrosas» o por la imposición de manos- en su mayoría no son tales sino más bien sucesos naturales, regresiones de enfermedades de tipo psico-somático, es decir, de origen emocional. O, en el peor de los casos, simples embustes creados para venderse a la gente desesperada y desahuciada dispuesta a creer en cualquier cosa para curarse y escapar del dolor y la muerte. Por supuesto que además se presentan casos de ciertas mejoras de perturbaciones somáticas notorias (tumores, cáncer, y hasta sida). Nuestro cuerpo, como sistema biológico, tiende a buscar equilibrio -recordemos las endorfinas generadas por el propio cuerpo para soportar el dolor extremo súbito o el agotamiento en la práctica deportiva o cualquier ejercicio físico intenso. No todos los cuerpos están programados genéticamente por igual para resistir los diversos males que existen. Y así muchos enfermos del mismo cáncer al pulmón pueden morir rápidamente, y otros mucho después. Ante la infección de una misma enfermedad, como por ejemplo el terrible e implacable ébola, muchísimos pueden morir al poco tiempo y otros resistirla de manera extraordinaria. También se sabe de la cercana relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario (por ej. las heridas demoran en cicatrizar en situaciones de gran stress) y la naturaleza electro-bioquímica del pensamiento.

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