Las «curaciones por fe»: el poder «mágico» de la autoridad


Las curaciones por fe, es decir, las que se realizan por medio de rezos, sin fármacos y sin control médico alguno, no son algo nuevo en nuestro medio. Hace tiempo que existen en el Perú grupos religiosos, como es el caso de los pentecostales evangélicos y los carismáticos católicos, que practican no sólo la «sanación» del alma sino también la del cuerpo por medio de la imposición de manos sobre -generalmente- la cabeza del creyente (práctica también antiquísima registrada, por ejemplo, en los escritos bíblicos). En esta clase de curaciones -que van desde un simple dolor de cabeza a la desaparición de tumores- al ser invocada la Divinidad se habla de «milagros». Además hay una gran difusión de las llamadas curaciones «energéticas» practicadas por el grupo ufológico Rama, la religión mahikari o la iglesia mesiánica mundial y los practicantes de las técnicas orientales seicho-noi-ei,reiky, qi-fong y tai-chi (también se está enseñando el fen-chui que es una práctica para canalizar la «energía» a nivel espacial o arquitectónico). Pero no solamente están esos grupos relativamente institucionalizados. Al margen de lo convencional y paralelamente a la medicina oficial, occidental y ortodoxa están los llamados curanderos, médico-brujos, hombres-medicina o chamanes y también los «cirujanos psíquicos». Muchos de ellos tienen relativo éxito en sus tratamientos -donde invocan a fuerzas «superiores»- debido a su conocimiento tradicional de las funciones curativas de diversas plantas aborígenes y sobre todo a la fe que depositan en ellos sus pacientes que generalmente pertenecen a su mismo contexto cultural, y que por la incapacidad de pagar los altos tratamientos occidentales -que no siempre son acertados- requieren de sus servicios. Claro está, algunos son simples charlatanes, farsantes o embaucadores que se aprovechan de la buena fe, ignorancia y desesperación de la gente que ha sido desahuciada por los médicos. Gente capaz de hacer cualquier cosa puesto que su vida está en peligro. Con todo, también en el Perú -como en muchas partes del mundo- hay muchos legos y médicos interesados no sólo en los fármacos de la medicina tradicional sino también en la de tipo homeopática (incluso hay farmacias que promueven sus productos) y en la llamada paramedicina que se fundamenta en lo místico y lo paranormal (curación reyki, bioenergía, la moderna cosmobiología o antigua astrología, cuyos pretendidos conocimientos muchas veces son caros). Por supuesto, mucha de esta gente interesada en “saber más” tiene buenas intenciones pero desconoce las críticas contra las pseudociencias. En realidad la fe, la creencia en algo o en alguien está muy arraigada en las acciones de la conducta humana diaria. Vayamos en avión o en auto en una determinada dirección, normalmente confiamos en llegar a nuestro destino (aunque no siempre sucede esto). Cruzamos llanamente una pista pensando que llegaremos al otro lado de la calle con vida. Cuando pedimos algo a alguien conocido por lo general esperamos ser correspondidos. Cuanto mayor confianza tengamos en nosotros mismos mayor será la seguridad en nuestro accionar en nuestro diario vivir. Luego, cuanto más creamos que algo (un medicamento o algo que funcione como tal, un talismán, un conjuro, una oración, una imagen, un fetiche, una técnica de superación, etc.) o alguien (un sacerdote, gurú, una divinidad o alguno de sus enviados, un mago, un brujo, un psicólogo o médico, nuestros padres o amigos, o alguna autoridad, etc.) que tenga poder sobre el mal que nos aqueja, tendremos una mayor predisposición a creer que se dará el resultado esperado, esto es, la sanación, la cura o el “milagro”. Entonces también tiene fe el paciente aquejado de algún dolor que va a visitar a un cierto médico de quien ha oído -de amigos o parientes- que es un buen profesional o que ha tenido éxito con otros pacientes con males semejantes al suyo. Y así hay una muy buena predisposición psicológica. No obstante, este caso es diferente pues una cosa es afirmar que la cura es de origen sobrenatural o divino y otra que la cura es debida simplemente al poder de la ciencia. No cabe duda que la autoridad influencia poderosamente en el proceso de cura -y en las relaciones sociales-. Pero eso es hasta cierto límite, nadie se cura del cáncer simplemente porque un renombrado médico, shamán o sacerdote se lo dice (Así tampoco no todos los atractivos físicamente o bien vestidos son homenajeados o exitosos). La autoridad curativa puede proporcionar cierto aliento y esperanza así como relajación y un estado de bienestar mental, condicionar psicológicamente y hacer sentir «aliviados» temporalmente pero la enfermedad persiste y el peligro de la supuesta cura radica en que el paciente se siente curado y seguro de ya no necesitar más tratamiento o terapia médica. Así puede empeorar e incluso morir.

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