Los estigmatizados: ¿portentos de Dios?


El que una persona muestre heridas frescas en su rostro, manos o pies como se cree que las tuvo Jesucristo -considerado por sus seguidores como el Hijo de Dios o Dios mismo encarnado- no significa que las tales tengan un origen sobrenatural o divino.
La explicación más sencilla es que el origen de tales heridas sea natural, esto es, mala o retardada coagulación de la sangre, o artificial: la misma persona «estigmatizada» se hace las heridas como lo hacen también el cirujano psíquico a escondidas o en un descuido de los investigadores que los observan cuando no pueden usar sangre de animales o ajena al paciente para su supuesta operación no cicatrizante.
¿Y por qué acudir a la explicación más fácil? Porque las explicaciones extraordinarias son innecesarias. Así, para explicar porque encontramos rota nuestra taza de café por la mañana en nuestro comedor no necesitamos postular la existencia de un duende adicto a la cafeína sino simplemente buscar las alternativas explicativas posibles -una mascota como un perro o gato o un visitante indeseable como una rata-.

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